Javier Fuenzalida A., Profesor, Universidad Finis Terrae
La calle (subjetiva y pasional) y la académica (objetiva y fría)
han convertido el debate sobre la educación en una bolsa de gatos. La calle no
acepta las conclusiones de las investigaciones y la academia le niega
competencia a la calle. Una revisión del abundante material generado por el
debate, permite ordenar las ideas y evidencias.
1.- Nuestra educación, a todo nivel, es mala al compararla
con la OECD (últimos lugares en la prueba TIMS y PISA) y ranking de
universidades (la PUC es la única que figura entre las 300 mejores del mundo).
2.- Dentro de esta mediocridad, la educación particular
pagada, desde el kínder a la media, es de mejor calidad que la estatal juzgada
por los resultados del Simce y PSU.
3.- La desigualdad, segregación y exclusión, se produce
porque la educación estatal gratuita es peor que la privada subvencionada o
pagada. A ello se suma la información que disponen los padres. Aceptable para
los que se ubican en los estratos superiores de distribución del ingreso y
precaria o nula entre los más pobres (falla del Estado). Entre estos últimos, la
elección no es por calidad, sino por las cercanías de la escuela al hogar.
4.- No hay evidencia que exista causalidad entre
financiamiento compartido y segregación. Por otra parte, el Estado ha ignorado
la importancia de la educación pre-básica, origen de la desigualdad a que se
enfrentarán quienes no asistieron al jardín infantil y que arrastrarán durante
todo el proceso educacional y su vida laboral (falla del Estado).
5.- El Mineduc, en forma ilegal, impone los programas y sus
contenidos que absorben casi el 95% del tiempo lectivo frenando toda
posibilidad de innovar. Todos, ricos y pobres, deben aprender los mismos malos
contenidos (falla del Estado).
6.- Los directores no poseen facultades para gestionar
eficientemente sus escuelas y el colegio de profesores ejerce su poder
monopólico mediante el estatuto que contempla la inamovilidad (falla del
Estado).
7.- La prueba INICIA revela que los Pedagógicos no enseñan a
enseñar ni tampoco imparten todos los conocimientos que los profesores deberán
trasmitir. Las universidades, comenzando por la Universidad de Chile,
permanecen inmutables ante esta evidencia.
8.- El lucro no es determinante de la calidad y no hay
evidencia que el lucro genere segregación.
Estos son los hechos relevantes. El Estado cree que con más
burocracia y costosas reparticiones públicas resolverá el problema. Si fuera un
buen profesor, no habría diferencias entre el rendimiento de la educación
estatal y la privada. Habría una segregación y desigualdad residual de
responsabilidad de los padres. Si el Estado fuera inteligente, exigiría a sus
universidades la reforma de los Pedagógicos, si fuera respetuoso de la
democracia, los programas y sus contenidos serían mínimos y libres, como ordena
la Constitución, y habría innovación. La educación sería de calidad, diversidad
en los educandos, civilidad, comportamientos éticos y demás cualidades que
definen al buen ciudadano.
Disponible en: http://www.estrategia.cl/detalle_columnista.php?cod=8960
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